Esquiar sin dolor: lo que aprendí cuidando mis pies en la nieve de Pajares

Hace poco estuve esquiando en la estación de esquí de Valgrande-Pajares, en Asturias.

No era la primera vez que me ponía unos esquís, pero sí una de las primeras en las que presté verdadera atención a cómo se sentían mis pies durante toda la jornada.

Botas incómodas, pies fríos, presión constante, entumecimiento… Todas estas sensaciones pueden arruinar un día aparentemente perfecto en la nieve.

Las botas de esquí: el error de pensar que cuanto más apretadas, mejor

Uno de los mitos más extendidos es que las botas de esquí deben ir extremadamente apretadas. Y aunque es cierto que deben sujetar bien, una bota mal ajustada puede arruinarte el día.

  • Una bota demasiado apretada corta la circulación, genera presión y tensa el pie.
  • Una bota demasiado suelta reduce el control, genera fatiga y roces y obliga al pie a compensar continuamente.

Como tantas veces ya comentamos en entradas anteriores, la clave radica en el equilibrio entre sujeción y confort. El pie necesita estar ajustado y contenido, pero , en ningún caso, castigado.

La fatiga del pie en la nieve

Esquiar no es simplemente deslizarse, sino que el pie mantiene presión prologanda dentro de la bota y se ve obligado a realizar microajustes constantes, por lo que, el pie trabaja mucho, provocando fatiga.

Un pie fatigado pierde sensibilidad y se vuelve más torpe, por lo que el cuerpo tiende a compensar, apareciendo molestias en otras zonas del cuerpo.

El papel fundamental de los calcetines (mucho más importante de lo que parece)

Si hay algo que marca una diferencia enorme en la nieve, son los calcetines.

Se han de evitar los calcetines gruesos de algodón y los que tienen costuras marcadas, pues provocan exceso de humedad y pérdida de sensibilidad.

Además, un mito muy extendido es que se deben poner dos pares de calcetines para evitar el frío, si bien esto provoca mayor fricción y exceso de humedad, por lo que, paradójicamente, puede provocar mayor frío en los pies.

Se han de utilizar calcetines de esquí, de material sintético o de lana merino fina, con ajuste firme y grosor medio.

Todo lo anterior permite que el pie se mantenga más seco y la sangre circule mejor a través del pie, por lo que aguanta mejor el frío.

Por qué cuidar los pies te hace esquiar mejor (y perder el miedo)

Cuando el pie está cómodo los movimientos son más fluidos y el cuerpo se relaja, lo que aumenta la confianza y posibilita disfrutar en mayor medida del día de nieve.

Es relevante tener en cuenta que el pie se modifica según transcurre la jornada, por lo que será necesario realizar ajustes progresivo y escuchar las sensaciones del cuerpo.

Todo lo anterior marca la diferencia entre disfrutar o querer irse a casa.

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